Elena Poniatowska la noche de tlatelolco testimonios de historia oral ©




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Elena Poniatowska

LA NOCHE

DE

TLATELOLCO

Testimonios de historia oral



©
biblioteca

ERA

(

Agradecernos a Rosario Castellanos su poema escrito especialmente para este libro. Los poemas de José Emilio Pacheco, José Car­los Becerra, Juan Bañuelos, Eduardo Santos, fue­ron las primeras protestas de artistas que si­guieron al ejemplo de Octavio Paz. Margarita García Flores, entonces (1968) Jefe de Prensa de la Universidad, nos prestó algunas de sus valiosas "Noticias Universitarias", de la Dirección General de Información de la ÚNAM. Finalmente agradecemos a todos los que nos die­ron su nombre y su testimonio.

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Índice

Primera parte Ganar la calle, 11

Segunda parte

La noche de Tlatelolco, 161

Cronología, 275

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Primera parte Ganar la calle

ÚNETE PUEBLO, NO NOS ABANDONES, ÚNETE PUEBLO. PUEBLO, NO NOS ABANDONES, ÚNETE PUEBLO.

Mantas en la manifestación del 13 de agosto de 1968


Son muchos. Vienen a pie, vienen riendo. Bajaron por Melchor Ocampo, la Reforma, Juárez, Cinco de Mayo, muchachos y mu­chachas estudiantes que van del brazo en la manifestación con la misma alegría con que hace apenas unos días iban a la feria; jóvenes despreocupados que no saben que mañana, dentro de dos días, dentro de cuatro estarán allí hinchándose bajo la llu­via, después de una feria en donde el centro del tiro al blan­co lo serán ellos, niños-blanco, niños que todo lo maravillan, niños para quienes todos los días son día-de-fiesta, hasta que el dueño de la barraca del tiro al blanco les dijo que se forma­ran así el uno junto al otro como la tira de pollitos plateados que avanza en los juegos, click, click, click, click y pasa a la al­tura de los ojos, ¡Apunten, fuego!, y se doblan para atrás ro­zando la cortina de satín rojo.

El dueño de la barraca les dio los fusiles a los cuícos, a los del ejército, y les ordenó que dispararan, que dieran en el blan­co y allí estaban los monitos plateados con el azoro en los ojos, boquiabiertos ante el cañón de los fusiles. ¡Fuego! El relámpago verde de una luz de bengala. ¡Fuego! Cayeron pero ya no se levantaban de golpe impulsados por un resorte para que los vol­vieran a tirar al turno siguiente; la mecánica de la feria era otra; los resortes no eran de alambre sino de sangre; una sangre lenta y espesa que se encharcaba, sangre joven pisoteada en este re­ventar de vidas por toda la Plaza de las Tres Culturas.

Aquí vienen los muchachos, vienen hacia mí, son muchos, nin­guno lleva las manos en alto, ninguno trae los pantalones caídos entre los pies mientras los desnudan para cachearlos, no hay puñetazos sorpresivos ni macanazos, ni vejaciones, ni vómitos por las torturas, ni zapatos amontonados, respiran hondo, caminan seguros, pisando fuerte, obstinados; vienen cercando la Plaza de las Tres Culturas y se detienen junto al borde donde la Plaza cae a pico dos o tres metros para que se vean las ruinas pe-hispánicas; reanudan la marcha, son muchos, vienen hacia mí con sus manos que levantan la pancarta, manos aniñadas por­que la muerte aniña las manos; todos vienen en filas apretadas,

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felices, andan felices, pálidos, sí, y un poco borroneados pero felices; ya no hay muros de bayonetas que los rechacen violen­tamente, ya no hay violencia; los miro a través de una cor­tina de lluvia, o será de lágrimas, igual a la de Tlatelolco; no alcanzo a distinguir sus heridas, qué bueno, ya no hay orifi­cios, ni bayonetazos, ni balas expansivas; los veo nublados pero1 sí oigo sus voces, oigo sus pasos, pas, pas, pas, paaaaas, paaaaaas, como en la manifestación del silencio, toda la vida oiré esos pasos que avanzan; muchachas de mini con sus jóvenes pier­nas quemadas por el sol, maestros sin corbata, muchachos con el suéter amarrado a la cintura, al cuello, vienen a pie, vie­nen riendo, son muchos, vienen con esa loca alegría que se siente al caminar juntos en esta calle, nuestra calle, rumbo al Zócalo, nuestro Zócalo; aquí vienen; 5 de agosto, 13 de agosto, 27 de agosto, 13 de septiembre, el padre Jesús Pérez echó a vuelo las campanas de catedral para recibirlos, toda la Plaza de la Consti­tución está iluminada; constelada con millares de cempazúchitl, millares de veladoras; los muchachos están en el corazón de una naranja, son el estallido más alto del fuego de artificio, ¿no que México era triste? Yo lo veo alegre, qué loca alegría; suben por Cinco de Mayo, Juárez, cuántos aplausos, la Reforma, se les unen trescientas mil personas que nadie acarrea, Melchor Ocam-po, Las liornas, se remontan a la sierra, los bosques, las mon­tañas, Mé-xi-co, Li-ber-tad, Mé-xi-co, Li-ber-tad, Mé-xi-co, Li-ber-tad, Mé-xi-co, Li-ber-tad, Mé-xi-co, Li-ber-tad.

e. p.

MÉ-M-CO-LI-BER-TAD - MÉ-XI-CO-LI-BER-TAD - MÉ-X1-CO-LI-BER-TAD

• Coro en las manifestaciones

Yo le entré al Movimiento Estudiantil porque un día, sin más, llegaron los granaderos a la Escuela de Bellas Artes con perros policía y cadenas y se llevaron a todo mundo preso, así, fíjate, con la mano en la cintura. ¡Y el INBA ni siquiera había dicho abiertamente si apoyaba o no al Movimiento! (Yo creo más bien que no ¿eh?) A muchos actores, esta invasión arbitraria nos hizo tomar conciencia y resolvimos unirnos a los estudiantes y ayu­darlos, pero de veras, no sólo yendo a las manifestaciones aga­rrados del brazo o gritando en los mítines... Entonces consti­tuimos una brigada de actores de teatro.

• Margarita, Isabel, actriz

ÚNETE-PUEBLO - ÚNETE-PUEBLO - ÚNETE-PUEBLO - ÚNETE-PUEBLO • Coro en las manifestaciones



No es que yo me "metiera" al Movimiento Estudiantil; ya es­taba adentro desde hace mucho. Entiéndeme, yo soy del Poli; allá tengo mi casa; allá están mis cuates, los vecinos, el traba­jo. .. Allá nacieron mis hijos. Mi mujer también es del Poli. El Movimiento lo traemos dentro desde hace muchos años. ¡Aquí no hay improvisación, ni "puntada", ni "buena onda", ni nada! No se trata de eso. Se trata de defender todo aquello en que creemos, por lo que siempre hemos luchado y antes de nosotros nuestros padres y los padres de nuestros padres... Provenimos de fami­lias de obreros, de gente que siempre ha trabajado, y trabajado duro.

• Raúl Álvarez Garfa, físico matemático de la ESFM. Profesor de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, delegado ante el CNH, preso en Lecumberri.

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La decisión que podíamos tomar no era meternos dentro del Movimiento sino quedarnos o salimos. Desde un principio tuvi­mos una conciencia más o menos clara de lo que iba a suceder —la represión, las detenciones masivas, las mecanizas no se hi­cieron esperar—, entonces se presentó la alternativa. O "le haces al clandestino", que significa tomar un boleto de avión o de tren o de lo que sea y largarte, o te quedas en la ciudad a ver de a cómo te toca... Todos estábamos en nuestras escuelas, Raúl en Físico-Matemáticas, yo en Filosofía, y habíamos participado anteriormente en cuestiones estudiantiles. Por ejemplo, los pro­blemas concretos de mi escuela eran: la Prepa Popjilar, los re­chazados, la libertad de Vallejo, los planes de estudio y otros de tipo académico, la independencia del Colegio de Psicología, etcé­tera. Desde 1967 era yo el presidente de la Sociedad de Alum­nos pero ahora ya soy vitalicio... A partir del 26 de julio, todo cambió... Yo no soy el mismo; todos somos otros. Hay un

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México antes del Movimiento Estudiantil y otro después de 1968. Tlatelolco es la escisión entre los dos Méxicos.

• Luis González de Alba, delegado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM ante el CNH, preso en Lecumberri

había visto algo semejante? ¿Cómo lo iba a aguantar el gobier­no? Con razón se le botó la canica.

• Salvador Martínez de la Roca, Pino, del Comité de Quería de la Facultad de Ciencias de la UNAM, preso en Lecumberri


"Hacerle al clandestino" significa no hacer nada.

o Gilberto Guevara Niebla, delegado de la Facultad de Ciencias de la UNAM ante el CNH, preso en Lecumberri

No era tolerable que una verdadera multitud que oscilaba entre trescientas y seiscientas mil personas desfilara por las principales avenidas de México, el Paseo de la Reforma, Juárez, Cinco de Mayo, llevando mantas y pancartas que se mofaban del "princi­pio de autoridad". Había que aplastar la protesta estudiantil que hacía tambalearse el statu quo, el PRI, el sindicalismo charro, la

“moimza “.


Pienso que la fuerza y la importancia del Movimiento Estudian­til se la dio la represión. Más que ningún discurso político, el hecho mismo de la represión politizó a la gente y logró que la gran mayoría participara activamente en las asambleas. Se decre­tó que en cada escuela habría paros y allí mismo surgió la idea de las brigadas y de los comités de lucha en cada Facultad. Los brigadistas eran muchachos y muchachas de la base estudiantil que realizaban^ todo tipo de actividades, desde recolectar dinero hasta hacer mítines relámpago en la calle, en los barrios más alejados, en las colonias proletarias. Las grandes manifestaciones fueron una de las armas políticas más eficaces del Movimiento.

• Carolina Pérez Cicero, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

• Eduardo Valle Espinoza, Buho, delegado de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM ante el CNH, preso en Lecumberri

Al marchar por las calles como lo hicimos, en cierta forma ven­gábamos a todos los estudiantes de la provincia que fueron repri­midos antes que nos tocara a nosotros; a los estudiantes de Pue­bla, de Tabasco, de Chihuahua, de Sinaloa, de Guerrero, de So­nora, y, en cierto modo, los atropellos cometidos en Morelia, en Hermosillo, en Monterrey.

• Ernesto Hernández Pichardo, de la Escuela Nacional de Economía de la UNAM


Nunca se habían visto en México manifestaciones espontáneas tan grandes y tan extraordinariamente vivas como las estudiantiles. Hubo una, creo, de apoyo a la Revolución Cubana, hace mu­chos años, pero no tuvo esa envergadura. En realidad, el Movi­miento Estudiantil sacudió a la sociedad mexicana y por eso el gobierno empezó a tener tanto miedo.

• Félix Lucio Hernández Gamundi, de la ESIME del IPN delegado ante el CNH, preso en Lecumberri

Las marchas en México, habían sido, cuando mucho, de quin­ce mil manifestantes. Pero ¡seiscientas mil personas de todos los sectores de la población, y sobre todo de jóvenes! ¿Cuándo se

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SOLDADO, NO DISPARES, TU TAMBIÉN ERES EL PUEBLO • Manta en la manifestación del 27 de agosto

La población de México consta hoy por hoy de cuarenta y ocho millones de habitantes mal repartidos sobre un territorio de dos millones de kilómetros cuadrados. Su tasa de crecimiento demo­gráfico es de 3.6% al año (al menos esto es lo que dice el maes­tro Loyo) y, como cada año es mayor, en 1990 habrá en nues­tro país noventa millones de habitantes. El setenta por ciento de ellos tendrán menos de 23 años.

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Esto viene a cuento porque creo que los jóvenes campesinos, los obreros y los estudiantes tienen pocas perspectivas dignas de vida, porque las fuentes de trabajo se crean en beneficio de in­tereses particulares y no de la colectividad. Se nos dice conti­nuamente: "Ustedes son el futuro del país." Pero se nos niega sistemáticamente cualquier oportunidad de actuar y participar en las decisiones políticas del presente.. . Nosotros queremos y podemos participar ahora, no cuando tengamos sesenta años. ..

• Gustavo Gordillo, delegado de la Escuela Nacional de Eco­nomía de la UNAM ante el CNH.

¡PUEBLO, NO NOS ABANDONES - ÚNETE PUEBLO!

• Coro en la manifestación del 13 de agosto

Yo no entré al Movimiento; ya estaba yo adentro creo desde que nací. Ése es mi medio, es el aire que respiro y para mí el Movi­miento significaba defender mi casa, mi mujer, mis hijos, mis compañeros.

• Ernesto Olvera. profesor de matemáticas de la Preparatoria 1 de la UNAM, preso en Lecumberri

¡PRESOS POLÍTICOS LI-BER-TAD! ¡PRESOS POLÍTICOS LI-BER-TADÍ • Coro en la manifestación del 13 de agosto

de 1968 recogió todas estas demandas y no sólo se pronunció por la solución de su pliego petitorio sino que se hizo el vocero de las demandas más sentidas por los estudiantes, los trabajado­res y los intelectuales de México.

Antes, en muchas partes del país, los estudiantes habían en­cabezado a todo el pueblo en luchas cuyo contenido general tiene mucha relación con el Movimiento de 1968. Los más im­portantes movimientos de este tipo son los de Puebla en 1964, Morelia en 1966, Sonora y Tabasco en 1967... Junto a lo an­terior las manifestaciones de solidaridad con Cuba, Vietnam 3 la República Dominicana, movilizaron a grandes grupos de es­tudiantes principalmente de la ciudad de México, y la concien­cia de la opresión de otros pueblos elevó el nivel de su politi zación y los hizo conscientes de su propia fuerza. Ejemplos d< esto son la lucha estudiantil en Morelia, durante los años de 1961 y 1963; el movimiento por la reforma universitaria en Puebla et 1962; la huelga de la UNAM en 1966; las constantes huelgai estudiantiles por reivindicaciones económicas y académicas reali­zadas en diversas partes del país (dentro de las que destacan la¡ Normales Rurales); el movimiento de los estudiantes de la Es­cuela de Agronomía de Ciudad Juárez, Chihuahua, que fue apo­yado por el resto de las escuelas de agronomía y por los estu­diantes del IPN, y muchas otras luchas estudiantiles.

Yo no creo que estas luchas estén aisladas las unas de las otras. Por el contrario, creo que podemos decir que a partir d; la huelga nacional de abril de 1956, se abrió en México un pro­ceso de ascenso de las luchas estudiantiles. El Movimiento Ma­gisterial de 1958, el Ferrocarrilero de 1958-1959 y las manifes­taciones de solidaridad con Cuba, fueron hechos que impulsaren dicho proceso, que tiene un punto culminante precisamente ei 1968. Probablemente el Movimiento Estudiantil espera ahora ti "relevo" del movimiento obrero y de las luchas campesinas.

• Pablo Gómez, de la Escuela Nacional de Economía de a UNAM, de las Juventudes Comunistas, preso en Lecumbeiri


El Movimiento Estudiantil de 1968 no nació en ese mismo año; no surgió así nomás por generación espontánea. Sus demandas habían sido planteadas anteriormente por innumerables organiza­ciones políticas revolucionarias y por importantes grupos estu­diantiles. La libertad a los presos políticos es en iMéxico una demanda tan vieja como el fenómeno mismo. También la lucha por derogar el artículo 145 que se refiere a la disolución social y porque desaparezca el cuerpo de granaderos. El Movimiento

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Cada año los peces [PC], los pescaditos, organizan dos manifes­taciones siempre igual i tas; una por Cuba y otra por Vietnam. 5e juntan frente al Teatro Xola, o van al Hemiciclo a Juárez, ps-gan unos cuantos gritos, unos cuantos "¡Vivas!", muy poquitos "Mueras", cargan sus tres mamitas, y a las ocho de la nocte, con la misma puntualidad con la que empezaron su manifesti-ción, doblan sus mantitas, guardan sus pancartas, y se regresan



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a sus casas. ¡De ahí no pasan! ¡Yo no voy porque son rete-desabridas!

• Salvador Martínez de la Roca, Pino, del Comité de Lucha de la Facultad de Ciencias de la UNAM

DIA-LO-GO-DIÁ-LO-GO-DIÁ-LO-GO-DIA-LO-GO-DIÁ-LO-GO-DlA-LO-GO-DI • Coro en la manifestación del 13 de agosto

Los ferrocarrileros, en 1958, estuvieron solos. Nosotros no. • Luis González de Alba, del CNH

se estampan en todos los cerros, rapan los montes en forma casi indeleble; cicatrices, estigmas en la tierra. Se desperdician millo­nes de pesos en esta propaganda para que la masa ignorante y crédula engulla las virtudes excepcionales del candidato propues­to por el PRI. ¿Qué pueden hacer los partidos de oposición ante este avasallamiento, ante las sumas estratosféricas? O aliarse, o hacer una modesta propaganda, algunos discursos que se traga el viento...

Estos trucos políticos, estas trampas son los que hastiaron a los jóvenes estudiantes que encuentran frente a ellos todas las puertas cerradas y todos los puestos asegurados para los políti­cos del PRI, a menos de que "se alínien" y "entren a la carga­da".

• Prof. M. Mayagoitia, Carta a Le Monde, 7 de octubre 1968


PUEBLO, ABRE YA LOS OJOS • Cartel en la calle
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