Programas informáticos




descargar 88.82 Kb.
títuloProgramas informáticos
página1/4
fecha de publicación09.03.2016
tamaño88.82 Kb.
tipoPrograma
p.se-todo.com > Ley > Programa
  1   2   3   4
Aplanador # 4

APLANADOR 4
EL ACCESO LIBRE A LOS CODIGOS FUENTE (OPEN-SOURCING)

GRUPOS HUMANOS CREADOS DE MANERA AUTONOMA

CON EL FIN DE COLABORAR
Alan Cohen todavía recuerda la primera vez que, siendo ya adulto, oyó hablar del “Apache”, y no precisamente mientras veía una película de indios y vaqueros. Corría la década de los 90, del mercado de las punto com había estallado y el trabajaba como directivo de IBM, en la supervisión de su incipiente rama empresarial de comercio electrónico. Tenía a mi cargo a un nutrido equipo de personas y contaba con un presupuesto de unos 8 millones de dólares, rememoraba Cohen. Estábamos compitiendo a brazo partido con Microsoft, Netscape, Oracle, Sun… con todos los grandes, jugando a ese juego de elevadísimas apuestas que era el comercio electrónico. En IBM disponíamos de una inmensa platilla dedicada a la venta de todos esos programas informáticos para el comercio electrónico. Un día le dije al director de desarrollo que trabajaba para mi: “Oye, jeff, aclárame como funciona el proceso de desarrollo de estos sistemas de comercio electrónico. ¿Cual es el servidor Web que esta detrás de todo esto?”. Y el me contesto: “El proceso se basa en el Apache”. Lo primero que se me vino a la mente fue John Wayne. “¿Qué es el Apache?”, pregunte. Y entonces el me dice que es un programa shareware para tecnología de servidores Web. Me contó también que lo proveía gratis un puñado de locos de la informática que trabajaban online en una especie de sala de Chat abierta. Me que pasmado. “¿Pero como lo compras?” Y me dice “Te lo descargas gratis de un sitio Web”. Y yo le digo: “Ya, pero ¿Quién te da servicio técnico si algo falla?”. Y me contesta: “No se… ¡simplemente, funciona!”. Este fue mi primer contacto con el Apache…
Bueno, recuerda que en esa época todos (Microsoft, IBM, Oracle, Netscape…) estábamos intentando montar servidores Web comerciales. Estábamos hablando de las empresas más grandes. ¡Y mi director de desarrollo va y me dice que ha obtenido nuestro servidor bajándoselo de Internet, gratis! Es como si tuviese a todos esos jerifaltes diseñando estrategias, y de pronto te enteras de que los chavales de la sala de correo son los que tienen la sartén por el mango. Yo no paraba de preguntar: “¿Pero quien dirige Apache? ¿Quiénes son esos tipos?”.
Pues si, los chiflados de la información que trabajan en la sala de correo son los que dicen que programas utilizaran ellos y también los que utilizaras tu. Forman el llamado movimiento de acceso libre al código fuente, y en el participan miles de personas de todo el mundo que colaboran online en la escritura de toda clase de programas, desde su propio software hasta sus propios sistemas operativos, pasando por su propio diccionario y por su propia receta de cola, acumulada conocimientos siempre de abajo arriba en lugar de aceptar los formatos y los contenidos que vienen impuestos por las jerarquías corporativas (es decir, de arriba abajo). La expresión código fuente libre surge de la idea de que ciertas empresas o grupos creados expresamente para estos cometidos ofrecían en Internet el código fuente (las instrucciones de programación subyacentes que hacen que funcione determinado programa informático) y después permitían añadir las mejores que pudiese hacer cualquier persona que tuviese algo que aportar, y al mismo tiempo permitían que otros millones de personas lo descargase sencillamente para utilizarlo gratis. Mientras que los programas informáticos que se comercializan están protegidos por el derecho de copia y se venden, guardándolos las empresas el código fuente como si se tratarse de las joyas de su corona--- de modo que puedan cobrar a todo el que desee utilizarlo, generando así ingresos para desarrollar nuevas versiones-----, el software libre de código fuente se comparte gratuitamente, sus usuarios lo mejoran constantemente y esta disponible gratis para cualquier persona. A cambio, se anima a los usuarios a que descubran alguna mejora (cualquier remedio que haga cantar o bailar mejor al programa), a ponerle a disposición de todos los demás usuarios, gratis.
Yo no soy ningún experto informático y nunca me había parado a pensar en el movimiento del libre código fuente, pero cuando así lo hice, descubrí que se trataba de un asombroso universo propio, poblado por comunidades cibernéticas, por voluntarios absolutamente tolerantes y despreocupados que comparten sus hallazgos con los demás y a continuación los brindan al publico a cambio de nada. Lo hacen porque quieren algo que el mercado no les ofrece; lo hacen por ese hormigueo psicológico que te entra cuando creas un producto colectivo que puede batir al producto fabricado por unos gigantes como Microsoft o IBM, y (mas importante aun) para ganarse el respeto de sus pares intelectuales. De hecho, estos mozos y mozas representan una de las formas nuevas más interesantes y polémicas de colaboración, facilitadas por el aplanamiento del mundo y que están aplanándolo aun más.
Con el fin de explicar como funciona esta forma de colaboración, por que es un aplanador y por que, de paso, ha levantado tanta polémica y seguirá haciéndolo en el futuro (mas profusamente aun), me propongo centrarme únicamente en dos vertientes básicas del acceso libre al código fuente: el movimiento de los comunes intelectuales y el movimiento del software libre.
La variante de open-sourcing (libre acceso a las fuentes) denominada de los comunes intelectuales hunde sus raíces en el mundo universitario y científico, donde durante mucho tiempo han existido grupos independientes de científicos que se han organizado ellos solos a través de redes privadas, primero, y de Internet, después, para colaborar y poner en común sus conocimientos o para compartir hallazgos sobre determinada cuestión científica o matemática. El servidor Web Apache tiene su origen en esta forma de acceso a fuentes. Pedí a un amigo mió, Mike Arguello, arquitecto de sistemas informáticos, que me explicase por que la gente comparte conocimientos o tareas de esta guisa, y el me dijo: En el mundillo de la informática la gente suele ser muy brillante y quieren que todos los demás se enteren de lo brillantes que son. Marc Andreessen, el inventor del primer navegador Web, estaba de acuerdo: El acceso libre a las fuentes no se diferencia mucho de la práctica de publicar hallazgos científicos para someterlos a la revisión de tus iguales. A veces la gente participa en estas cosas por que se decida a la ciencia y descubre cosas, pero otras lo único que desea es aumentar los conocimientos disponibles en el mundo. Y la revisión por parte de tus iguales es un componente fundamental. El acceso libre a las fuentes equivale a la revisión por parte de tus iguales, ya que se revisa hasta el último fallo informático, grieta en la seguridad y desviación.

Esta variante del acceso libre a los códigos fuente, la de los comunes intelectuales, me pareció tan curiosa que decidí indagar. Quería saber quienes eran los mozos y mozas que trabajaban en la sala de correo, y conseguí llegar hasta uno de sus pioneros: Brian Behlendor. Si Apache (y me refiero a la comunidad creada en torno al servidor Web con libre acceso al código fuente) fuese una tribu india, Behlendor seria el patriarca de la tribu. Lo localice en su despacho de vidrio y acero, cerca del aeropuerto de San Francisco, ciudad en la que trabaja actualmente como fundador y director de tecnologías de CollabNet, una empresa de reciente creación dedicada a crear programas informáticos para compañías que desean aplicar en la innovación el método de libre acceso al código fuente. Empecé la entrevista con dos preguntas básicas: ¿De donde has salido?, y ¿Cómo te las ingeniaste para formar una comunidad cibernética de expertos informáticos dedicada al libre acceso al código de fuente y que pudiese vérselas con un gigante como IBM?
Mis padres se conocieron trabajado en IBM, en el sur de California, y me crié en una ciudad que queda justo al norte de Pasadena, La Cañadá, me contó Behlendorf, tirando del hilo de los recuerdos. El colegio público al que fui era muy competitivo desde el punto de vista académico, por que muchos de los padres de los alumnos trabajaban en el Laboratorio del Reactor a Propulsión de la Universidad de Caltech, con sede en la ciudad. Por eso, desde mi más tierna infancia estuve rodeado de ciencia, en un sitio en el que era normal ser un poco bicho raro. En casa siempre había ordenadores. Solíamos usar las tarjetas perforadas de los primeros ordenadores centrales de IBM para escribir la lista de la compra. Ya en el college empecé con programación básica, y en el Instituto me metí bastante en los ordenadores…. Me gradué en 1991, pero en 1989, en los primero tiempos de Internet, un amigo me regalo una copia de un programa que se había descargado en un disquete, llamado “Fractint”. No era pirata, por que se trataba de un programa que no se comercializaba. Lo había creado un grupo de programadores, y era para dibujar fractales. (Las fractales son bellas imágenes generadas a partir de la intersección entre arte y matemáticas). Al iniciar el programa, en la pantalla aparecía la lista de las direcciones de correo electrónico de todos los científicos y matemáticos que habían colaborado en su creación. Me fije en que el programa incluía también el código fuente. Esa fue mi primera toma de contacto con el concepto del libre código de fuente. Ahí tenía ese programa, que podías descargar gratis, que encima te daba el código fuente, y que había sido creado por un grupo de gente, por una comunidad. Aquello empezó a generar en mi mente una idea de la programación totalmente diferente. Empecé a pensar que había una curiosa dinámica social en relación con como se escribían o como podían escribirse ciertos tipos de software, opuesta a la imagen que yo tenia del desarrollador profesional de programas informáticos, el clásico experto que trabaja en la trastienda ocupándose de la computadora central, introduciéndole la información y luego retirándola de la vista por el bien del negoció, algo que para mi era meramente una tarea mas por encima de la contabilidad, no muy amena que digamos.
Tras graduarse en 1991, Behlendorf fue a Berkeley a estudiar Física, pero la desconexión entre las generalidades abstractas que aprendía en clase y la fascinación que empezaba a nacer en torno a Internet pronto le produjo una sensación de frustración.
En esa época, cuando entrabas a la universidad, nos daban a todos una dirección electrónica, y yo empecé a usarla para hablar con otros estudiantes y recorrer os foros de debate sobre música que comenzaban a aparecer, me contaba Behlendorf. En 1992 cree mi propia lista de correo en Internet, dedicada al mundillo de la música electrónica que había en la zona, en la Bay Area. La gente podía enviar sus mensajes al foro de debate y así la cosa empezó a crecer. Hablábamos sobre diversos acontecimientos musicales y DJ montamos nosotros nuestra propia movida? La cosa se convirtió en algo colectivo. Uno decía: “Yo tengo unos cuantos discos” , y otro replicaba: “ Yo, un equipo de sonido”, y otro mas, decía: “ Yo conozco bien la playa, y si nos presentamos a medianoche, podríamos montar una fiesta”. En 1993 Internet se reducía aun a listas de correo y a correo electrónico y a sitios FTP (depósitos para almacenar cosas, siguiendo un protocolo de transferencia de archivos). Así pues, me puse a recopilar música electrónica y a guardarla en un archivo. Lo que me interesaba era a averiguar como podíamos ponerlo en la red, a disposición de un público más numeroso. Y entonces fue cuando oí hablar de Mosaic (el navegador Web desarrollado por Marc Andreessen). Entre a trabajar en el laboratorio de informática de la facultad de Empresarial de Berkeley, y me pasaba los ratos libres indagando sobre Mosaic y sobre otras tecnologías relacionadas con la Web. Eso me llevo a un foro de debate en el que estaban muchas de las personas que escribieron la primera generación de navegadores y de servicio de la Web.
(Un servidor Web es un programa informático que hace posible que cualquier persona utilice su ordenador, en casa en el trabajo, para alojar su propio sitio Web en la World Wide Web. Por ejemplo, Amazon.com ha administrado durante mucho tiempo su sitio Web usando el programa informático de Apache. Cuando tu navegador Web va a www.amazon.com, con, lo primero que habla es con Apache: el navegador pide a Apache que abra la página Web de Amazon. Surfear por la red consiste en realidad en las interacciones entre tu navegador Web y los diferentes servidores Web.)
Behlendorf siguió haciendo memoria: Un día, mientras participaba en este foro, me encontré con que se había iniciado un debate entre Tim Berners-Lee y Marc Andreessen sobre como debían funcionar todos esos inventos. Era fascinante, la verdad, y te daba la sensación de que no se ponía trabas a nadie. Yo no necesitaba tener el doctorado ni ninguna credencial especial, y empecé a ver ciertos paralelismos entre mi grupo sobre música y esos científicos, unidos por un mismo interés en la construcción del primer Software para la Web. Seguía (aquel debate) durante un tiempo y un día le hable de ello a un amigo mió. Era uno de los primeros empleados de la revista Wired, y me dijo que la revista le interesarían contar conmigo para que le montase un sitio Web. Así pues, empecé a trabajar con Wired por diez dólares la hora, montándoles el correo electrónico y su primer sitio Web: HotWired…. Fue una de las primeras revistas cibernéticas financiadas con publicidad.
HotWired decidió empezar por tener un sistema de registro mediante contraseña, un concepto polémico en su momento. Andrew Leonard, que en 1997 se encargo de escribir la biografía de Apache para Salon.com, decía: “ en aquellos días la mayoría de los Webmasters dependían de un programa de servidor Web desarrollado en el Centro Nacional de Aplicaciones Súper informáticas de la Universidad de Illinois ( cuna, asimismo, de Mosaic, el innovador navegador Web). Pero el servidor Web del NCSA no era capaz de verificar contraseñas a la escala que necesitaba Hotwired. Por suerte, el servidor del NCSA estaba en el dominio público, es decir, el código fuente estaba disponible gratis para todo el que llegase. Así pues, Behlendorf aplico la prerrogativa de todo pirata informático. Escribió un código nuevo un remiendo al servidor Web del NCSA), capaz de resolver problema. Leonard comentaba que Behlendorf no era el único programador listo que anduvo rompiéndose la cabeza con el código del NCSA aquel invierno. Por toda la efervescente Web, multitud de webmasters decidieron ocuparse del asunto personalmente, es decir, con sus teclados. El código original había empezado a criar polvo virtual desde que a su programador inicial, el estudiante de la Universidad de Illinois Rob McCool, se lo llevase (junto con Marc Andreessen y lynx Eric Bina) a una empresa poco conocida de Silicon Valley llamada Netscape. Pero entretanto la Web se negó a dejar de crecer, y siguió generando problemas nuevos con los que tenían que vérselas los servidores Web. Así pues, empezaron a proliferar parches, remiendos y tiritas de toda clase, taponando un agujerito aquí y abriendo una grieta acullá.
Mientras esto sucedía, aquellos remiendos fueron poco a poco generando un nuevo y moderno servidor Web, siguiendo un método especifico de acceso al código fuente. Pero cada cual tenía su propia versión, a partir de los remiendos que se intercambiaban son los demás, por que el laboratorio del NCSA no podía seguir el paso.
Yo casi era un fracasado académico, me explico Behlendorf. Pero me lo estaba pasando pipa creando ese sitio Web para Wired y aprendiendo más de lo que aprendía en Berkeley. Entonces un día empezó un debate en nuestro pequeño grupo de trabajo, sobre el hecho de que la gente del NCSA no estaba respondiendo a nuestros correos electrónicos. Les estábamos enviando parches para el sistema, y ellos no decían nada. Y pensando: “Si el NCSA no responde a nuestros parches, ¿Qué pasara el día de mañana?”. Nosotros estábamos encantados de añadir mejoras al sistema, pero nos preocupaba no recibir ninguna respuesta mientras veíamos que se estaban integrando nuestros parches. Así que empecé a contactar con otras personas que yo sabia que estaban intercambiándose parches… La mayoría formaba parte de los grupos que trabajaban en la mejora de estándares (el Grupo de Trabajo de Ingeniería para Internet), que estaban estableciendo los primeros patrones y referencias para la interconexión entre maquinas y aplicaciones a través de Internet… Y dijimos: “¿Por qué no tomamos las riendas de nuestro futuro y sacamos nuestra propia versión (de servidor Web), que incorporaba todos nuestros parches?”.
Echamos un vistazo al derecho de copia del código del NCSA y vimos que, básicamente, venia a decir: “Reconoced a los de la Uni de Illinois el merito del invento, si lo mejoráis…, y no nos echéis las culpas si se escacharra”, recordaba Behlendorf. Así pues, empezamos a crear nuestra propia versión a partir de todos nuestros parches. Ninguno de nosotros disponía del día entero para dedicarse a tiempo completo a desarrollar el servidor Web, pero pensamos que si nos organizábamos y lo hacíamos publico, de alguna manera, podríamos crear algo mejor que lo que podíamos adquirir en las tiendas. Además, de todos modos, en esa época ni siquiera se podía comprar nada en su tienda. Todo esto ocurría antes de que Netscape hubiese sacado su primer servidor Web comercial. Y así empezó el proyecto Apache.

En febrero de 1999 había reescrito totalmente el programa original del NCSA y formalizado su cooperación bajo sello Apache.
Elegí ese nombre por que quería que tuviese la connotación positiva de algo que es firme y enérgico, pero no agresivo, me decía Behlendorf. La tribu apache fue la ultima en rendirse al que pronto se convertiría en el gobierno de EE. UU., y en esos momentos nuestra preocupación era que llegasen las grandes empresas y “civilizacen” el paisaje que habían construido los primeros ingenieros de Internet. Por eso, el nombre “apache” me pareció un buen nombre en clave. Luego, otros me dijeron que además formaba una expresión muy graciosa: servidor APAtCHy. En efecto, aquellos tipos se dedicaban a poner patches (remiendos, parches).
Así pues, en muchos sentidos Behlendorf y sus colegas del código fuente gratuito (a muchos de los cuales no había visto en su vida, sino que únicamente los conocía por comunicarse con ellos a través del correo electrónico, en su sala de Chat sobre el libre código fuente) habían creado una fabrica virtual de programas informáticos, online y de abajo arriba, que no era propiedad de nadie y que nadie supervisaba. Teníamos esta empresa de software, pero su coordinación y dirección eran tareas puntales, emergentes, que asumía a cualquier que apareciese y quisiese escribir un código, dijo.
Pero ¿Quién hace realmente el trabajo? Se lo pregunte a Behlendorf. Por que no se puede tener a un puñado de personas trabajando sin supervisión, esculpiendo códigos, ¿no?
Casi todo el trabajo de desarrollo de programas implica la existencia de un depósito de códigos fuente y su administración se lleva a cabo con herramientas como el Sistema de Versiones Coincidentes (el CVS), me explico. Así pues, esta el servidor CVS ahí, y yo tengo en el ordenador un programa con CVS, que me permite contactarme al servidor y extraer una copia del código para ponerme a trabajar con el y hacer modificaciones. Si considero que quiero compartir mi parche con otras personas, abro un programa llamado Patch, con el que puedo crear un archivo nuevo, una colección compacta de todas las modificaciones, que recibe el nombre de archivo parche. Entonces, puedo dárselo a otras personas, y ellas pueden introducirlo en su copia del código para ver el efecto que tiene el parche. Si dispongo de privilegios en el derecho de acceso al servidor (restringidos a un plantel de supervisores estrictamente controlado), puedo coger mi parche e incluirlo en el depósito, con lo que entra a formar parte del código fuente. El servidor CVS registra todas las novedades, su origen, quien ha enviado que… Es decir, podrías tener “acceso de lectura” al deposito, pero no “acceso de inclusión”, para modificarlo. Cuando alguien introduce algo en el deposito, ese archivo parche se envía por correo electrónico a los demás desarrolladores, y así se aplica el sistema de revisión por los pares, a cosa hecha, y si algo no funcionase, arreglas el problema.

Entonces, ¿Cómo decide esta comunidad que personas van a ser sus miembros de confianza?
  1   2   3   4

similar:

Programas informáticos iconDesarrollo de sistemas informáticos

Programas informáticos iconEstudio sobre virus informaticos

Programas informáticos iconDogmática parte especial delitos informáticos

Programas informáticos iconContratar bajo la modalidad de producción por encargo la prestación...

Programas informáticos iconTecnologías de la información y comunicacióN Área sistemas informáticos

Programas informáticos iconCuestionario para periodistas y usuarios de los sistemas informáticos del ifai

Programas informáticos iconSEÑor jefe del area de delitos informáticos de la policía nacional del perú

Programas informáticos iconOrdenar los conceptos alfabéticamente
«componentes informáticos», ya que esta última definición se suele limitar exclusivamente a las piezas y elementos internos, independientemente...

Programas informáticos iconProgramas embleméticos

Programas informáticos iconProgramas páG 7




Todos los derechos reservados. Copyright © 2015
contactos
p.se-todo.com