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Los problemas de México.” Que situación tan complicada es hablar de procesos organizativos en México, pareciera que cargamos un mal demonio que siempre ha impedido las transformaciones sociales y, más allá, ha consolidado los males que aquejan a esta Nación, tatuando en el alma mexicana perversiones de corrupción que ni todas las Universidades pueden corregir, pues, ¿No todos y cada uno de los funcionarios públicos que hoy cometen los peores entuertos, son egresados de Universidades mexicanas? Pareciera que éstas no forman profesionistas éticos, con sus contadas excepciones. Algo camina mal, algo no funciona, la consciencia misma de la sociedad parece dormida, abulia y mexicano se entienden como sinónimos en el mundo, con todas las excepciones que hoy día muestra la juventud en dos mil doce; la necesidad nos llevará a cambiar los rumbos, pero parece lejano, dos intentos fallidos del señor López Obrador parecen fatigar a quienes esperamos una transformación en todos los aspectos de la vida mexicana, pero ¿Qué falla? ¿Qué es lo que no podemos terminar de consolidar en esta Nación? ¿Dónde perdimos el rumbo? ¿Qué se encumbro en nuestros espíritus que parece no podemos desterrar de una buena vez? Los análisis sobre la personalidad mexicana tienen todos los matices y han sido preocupación por mucho tiempo de grandes escritores, destacados entre ellos el maestro Octavio Paz y antes el maestro Samuel Ramos, pero parecen no atinar con contundencia a lo que realmente origina esta situación alarmante. Ante la coyuntura política actual de México, donde de manera casi increíble el partido hegemónico durante casi ochenta años regresa al poder, me parece indispensable analizar una coyuntura histórica que podría explicar el estado de cosas que vivimos, un tiempo donde los mexicanos elegimos, con todos los contratiempos de la época, cambiar nuestros destinos, elegir al mejor sujeto, al más capacitado para ejercer el poder político y no al que mejor engañara o usara los elementos de miseria a su favor; Vasconcelos es un nombre que no debemos olvidar para entender las dinámicas sociales en México, fue en su intento de conquistar la presidencia de la Republica cuando se definió el rumbo del país, se encumbraría entonces la política de los cañonazos de cincuenta mil pesos, el alma mexicana se acostumbraría a la dadiva en vez de a la lucha, al silencio en vez de la protesta, al pedir permiso en vez de accionar, al que he decidido llamar: “gobierno nana” en una palabra. Analicemos entonces esta situación política histórica, y veamos si podemos traer un poco de luz a estas obscurantistas tierras que cada día se ven más azoladas por el mal. Han existido en la historia del mundo movimientos políticos organizacionales exitosos, mismos que han transformado las realidades de aquellos que se atrevieron a luchar por ellos, al final de este trabajo realizaré un esquema de uno, el vietnamita liderado por Ho Chi Minh, esto con el objetivo de contraponerlo a lo realizado por Vasconcelos en la campaña presidencial de 1929; mientras tanto, analizaremos, en inicio, la forma en que Vasconcelos tomó el problema de la imposición presidencial en el mencionado año. Era lógico, como veremos, que Vasconcelos iba perder; el gobierno militarista no iba permitir que una persona de la honorabilidad y talento del maestro llegara al poder, Obregón estaba ya enloquecido del mismo, soñando que su gobierno se continuaría cien años; creó pigmaleonicamente a Elías Calles para consumar la tarea pero, al final, éste se rebelaría contra su creador y daría las bases para el partido de los más de 75 años. Vasconcelos, maestro de América, fue ingenuo al organizar una estrategia para su campaña presidencial de 1929 limitando la misma a solicitar al pueblo un levantamiento armado que él mismo no organizaba, sino que simplemente pedía ¿Como puede pedirse a un pueblo que se levante en armas por generación espontánea? Eso en el mejor de los casos es, como se dijo, ingenuidad, y esa ingenuidad era lo que menos podía permitirse Vasconcelos, él era el responsable directo de organizar a su pueblo con estrategia para hacerse respetar en las elecciones, pero ingenuamente, al recordar los días de Madero, decía que el pueblo se había levantado por menos para derrocar a Porfirio Díaz y después a Huerta ¿Porqué ahora que tenía más que perder habría de quedarse cruzado de brazos? Este silogismo solo puede llamarse: “candidez” por respetar la memoria del maestro, pero ganas no faltan de nombrarle con un calificativo más severo. Que similar suena esta situación al hacer un parangón con Andrés Manuel López Obrador, quien se dedico seis años a recorrer la Republica no entiendo a hacer que, toda vez que ante las claras expresiones que daban los medios de comunicación y la propia estructura del PRI de imponer a Peña Nieto a costa de lo que fuere, no tomo previsión alguna, confiando en que su presencia por si misma realizaría “el milagro”, cómo hace falta en este país un líder estratega. Regresando a Vasconcelos, su ingenuidad fue de otra naturaleza, ya que detrás de la revolución de 1910 había todo un antecedente de luchas, de líderes que iban siendo asesinados de a poco: Manuel Leyva, Heraclio Bernal, Gabino Barreda; los movimientos de trabajadores en Yucatán; los levantamientos en Morelos antes de ser unificados por Zapata, en fin. Para dar un marco referencial, tomaré algunos fragmentos de estos antecedentes en las palabras del Doctor Carlos Durand: “(…) Muchas otras movilizaciones indígenas sucedieron en el periodo que va de 1880 a 1910, producto de la agresión a que estuvieron sometidas las poblaciones, entre ellas sobresale la del dirigente campesino Patricio Rueda que en 1881 se movilizó con cerca de 700 indígenas en el estado de San Luis Potosí. En éste mismo año se sublevaron los campesinos de Acayucan, Veracruz los que fueron violentamente reprimidos. Hacia 1905 se generó la movilización Apache, Tarahumara y Guarojío en el norte del país. Al respecto el Diario Oficial de la entidad señalaba: ‘No creemos que el gobierno federal haya logrado detener las incursiones de los bárbaros, que por tanto tiempo han aquejado los campos de nuestro Estado… Nosotros queremos proponer que sean exterminados, ya que no son más que bestias salvajes’. Las circunstancias descritas motivaron que los intelectuales de la época comenzaran a desarrollar la lucha política contra la dictadura. Dentro de estos sobresalen aquellos que se organizaron en torno a la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, que siendo dirigida por los hermanos Flores Magón, Librado Rivera y Juan Sarabia (entre otros), convocó en el año de 1905 a la lucha revolucionaria, con la que las poblaciones indígenas alcanzarían su plena libertad y sus reivindicaciones; como producto de la lucha magonista, se gestaron en diversas regiones del país levantamientos armados campesinos y huelgas obreras, como las acontecidas en Río Blanco, Veracruz y Cananea en el Estado de Sonora; la prensa oficial señalaba a los magonistas como ‘filibusteros’ y ‘anarquistas’. En el contexto del derecho agrario mexicano, el ideario político magonista es de suma importancia por ser reivindicador de los trabajadores del campo. Valiéndose de la prensa revolucionaria y bajo la consigna de ‘tierra y libertad’ convocaron al pueblo a luchar por la transformación de México.”1 Éstos son algunos antecedentes de lo que se configuraba en toda la República, de lo que sería ya el posterior movimiento de noviembre de 1910 que encontraría unificación y cobijo bajo la bandera de Madero. Todo el antecedente estaba ahí, por eso no hubiera importado si Madero o cualquier otro hombre con una mediana visión política hubiese convocado al movimiento revolucionario: este ya existía. Pero para 1929 el país había sido pacificado, la gente estaba cansada, los hombres de valor estaban ya extintos o cansados, el pueblo mexicano no quería más derramamiento de sangre, era lógico entonces pensar en una estrategia diferente, muy diferente para lograr convocar al pueblo a defender el triunfo de lo que representaba Vasconcelos: la civilidad ante el canibalismo militarista; no se podía esperar que el pueblo se defendiera solo de esa imposición callista llamada Portes Gil. En esa gira que hizo Vasconcelos por toda la República, tenía el deber de organizar al pueblo, haciéndose de suministros, ubicando puestos de almacenaje, instruyendo a la gente en cómo debía luchar cuando el fraude electoral se consumara, armando unidades militares que además debían ser entrenadas en el combate guerrillero que evolucionaría con el tiempo al combate militar etc. Pero a lo que se limitó Vasconcelos fue a indicar a los pobladores de cada región a la que acudía en su gira lo siguiente: “cuando se consume el acto de imposición electoral por el gobierno, levántense en armas”, tremenda irresponsabilidad la de Vasconcelos que después de las elecciones se quedaría diez años esperando que un grupo armado lo acogiera en la frontera para levantarse en armas, y pasados diez años, después de incluso haber transigido con Elías Calles ya desterrado2, terminó de empleado del gobierno de Ávila Camacho siendo director de la Biblioteca México; finalmente pudo ver a uno de sus discípulos, Adolfo López Mateos convertido en presidente, todos parte del aparato político sin vergüenza que había llevado al maestro a perder las elecciones. La coyuntura de 1929 no fue en ninguna manera idéntica a la de 1910; más allá, el pueblo sintió en lo más hondo de su corazón que Vasconcelos los había abandonado, y esa era la impresión general; después del ultraje electoral le llegaban cables (a Vasconcelos) de todos lados del país, solicitando instrucciones, y él se limitaba a decir: “ya están las instrucciones dadas, procedan” ¿Cuáles instrucciones? ¿Levántense a como Dios les de a entender es una instrucción? Tremenda ineptitud por parte de un hombre que tiene todo para cambiar un país y se limita a cometer semejante descuido; el mal aún no estaba tan arraigado en los corazones mexicanos por esos días, pero sobre todo, Vasconcelos tenía algo que Zapata y Villa no tenían: visión política de Estado. En efecto, cuando éstos dos emblemáticos personajes llegaron a sentarse en la silla presidencial, no supieron que hacer con ella, es más, se dice que se sentaron ahí únicamente para hacerle mofa, pero no fue ninguna mofa lo que pasó después con la perdida de casi un millón de vidas en la lucha armada por la falta de cohesión política de los lideres revolucionarios, todo lo cual ocasionaría que el movimiento se quedara yermo, y se tradujese en una guerrilla sin propósito; los que debieron ascender al poder, los legítimos representantes del pueblo no lo hicieron y como el poder detesta los vacíos, se llenó con todo lo que conocemos desde entonces, de ahí que la Revolución mexicana se considere vacua y traicionada por los mismos que la encabezaron. Vasconcelos tenía mucha visión política pero no tenía la estrategia organizativa, su gobierno hubiera significado un cambio brutal en el México que hoy conocemos, un parte aguas total hacia el bienestar, pero todo se quedó una vez más en hubiera, el maldito hubiera, el hubiera que aún lacera nuestros corazones pues nuestros lideres de “izquierda”, en semejanza al maestro Vasconcelos, intentan con vehemencia accionar abogados que remedien lo que ellos mismos, por su vanidad, no pueden ver: su brutal falta organizacional; juegan con los mismos esquemas que se establecieron desde que perdió Vasconcelos, bajo las mismas reglas esperando que les alcance, a eso Jugó López Obrador, al ya clásico: “a ver si alcanza”, el pueblo aún no logra generar los lideres dignos y estrategas que tengan mentes de hierro para planificar estrategias que los lleven al poder en pos de los más; los lideres que da el pueblo mexicano, aún son enanitos que no entienden el problema al que se enfrentan, y cuando fracasan, gritan desesperados que todo el mundo estuvo contra ellos. ¿No sabía Vasconcelos que ya todo estaba dicho para no dejarlo llegar? ¿No sabía Obrador que toda la maquinaria del PRI estaba orquestada para hacer lo que mejor saben: mover los hilos de la miseria? ¿Qué hacen ambos ante las situaciones desafiantes que se les presentan? Acudir puerilmente al “ojala nos alcance”; ¿Qué hubiera hecho Lenin, Trotsky, Ho Chi Minh, estrategas de hierro ante semejantes desafíos? Entendamos de una vez y para siempre que ese cambio anhelado debe venir de proyecciones duras y análisis concretos de coyunturas y situaciones, no de vehemencias y gritos que solo consiguen difuminarse en el aire, he ahí el objeto de este trabajo, clarificar los yerros, tomarlos con inteligencia, sacar conclusiones e implementar estrategias. 3.2. La campaña presidencial en México, 1929. Las actitudes tomadas por José Vasconcelos durante y después de la campaña presidencial en México de 1929 no fueron de ninguna manera las más adecuadas, por el contrario, nos lamentamos (los mexicanos que conocemos esta parte de la historia) que teniendo las circunstancias propicias (un ejército oficial dividido, una economía mexicana fuerte, los yanquis aún no tan preponderantes en Latinoamérica, y sobre todo, la presencia a nivel nacional e internacional de Vasconcelos) armonizadas, se hayan desperdiciado por el vicio que ha derrotado a más hombres ilustres en la historia de la humanidad: la dama vanidad. Establecidas las primicias del yerro organizacional que hemos padecido desde Vasconcelos y hasta nuestros días, se antoja interesante leer a un estratega no pueril que consiguió para su pueblo, y casi para el mundo, un cambio revolucionario total, de las formas de entender la realidad humana, Leamos que nos dice Vladimir Ilich Uliánov acerca de lo que se debe hacer una vez que el triunfo se ha concretado; antes, cabe aclarar que estoy consciente de que Vasconcelos logró el triunfo, y por nada pretendo implicar que él era comunista, pero la siguiente reflexión dará pauta para indicar que, una vez acaecido el triunfo, lo menos importante es éste en sí mismo, pues la preservación de lo obtenido se traduce en algo aún más importante, llegar no es lo importante sino mantenerse ahí: “La dictadura del proletariado (como ya se ha dicho más de una vez y, por cierto, también en mi discurso (Lenin) del 12 de marzo en la reunión del Soviet de diputados de Petrogrado) no es sólo el ejercicio de la violencia sobre los explotadores, ni siquiera es principalmente violencia. La base económica de esta violencia revolucionaria, la garantía de su vitalidad y éxito, está en que el proletariado representa y pone en práctica un tipo más elevado de organización social del trabajo que el capitalismo. Esto es lo esencial. En ello radica la fuerza y la garantía del triunfo inevitable y completo del comunismo. La organización feudal del trabajo se fundaba en la disciplina del látigo, en la ignorancia y embrutecimiento extremos de los trabajadores, expoliados y escarnecidos por un puñado de terratenientes. La organización capitalista del trabajo social se basaba (se basa) en la disciplina del hambre, y en la inmensa masa de trabajadores, a pesar de todos los progresos de la cultura y la democracia burguesas, ha seguir siendo, incluso en las Repúblicas más avanzadas, más civilizadas y más democráticas, la masa obscura y oprimida de esclavos asalariados o de campesinos aplastados, expoliados y vejados por un puñado de capitalistas. La organización comunista del trabajo social, el primer paso hacia la cual es el socialismo, se basa y se basará cada día más en la disciplina libre y consciente de los trabajadores mismos, que se han sacudido el yugo de los terratenientes y los capitalistas. Esta disciplina nueva no cae del cielo ni se consigue con buenas intenciones, sino que nace exclusivamente de las condiciones materiales de la gran producción capitalista, sin las cuales es imposible.”3 Es indudable (como se demostrará) que Vasconcelos ganó la elección presidencial de 1929, pero de ahí a que supiera defender su triunfo, hay un abismo tremebundo; a lo que Vasconcelos aspiraba, a que el pueblo mismo defendiera ese triunfo ganado a pulso, es una situación por lo más risible, debido al México que se vivía por allá de 1929, incluso hoy en día el caso López Obrador nos da muestra de que éste pueblo no sabe (nunca sabrá) defender una elección legítima por sí mismo, por obra de la espontaneidad que da el ser un pueblo libre de opresiones de cualquier tipo; la organización y la estrategia siguen siendo ejes indispensables para lograr despabilar a este país, una vez obtenido el triunfo, debe prevalecer la fuerza del líder para lograr su concreción, simplemente es indubitable. La designación de José Vasconcelos como candidato a la presidencia de México en 1929 tuvo su origen en el extranjero. Desde Los Ángeles California grupos de mexicanos radicados en los Estados Unidos proponían a Vasconcelos como “el salvador de México” y no estaban lejos; la candidatura presidencial de éste personaje parecía ser la respuesta a años y años de caciquismo armado, de vejaciones militares y de subordinación a la voluntad extranjera imperial (USA); una candidatura civil que impusiera orden al país y que encumbrara a los mejores en el poder, los mejores en intelecto y en labor, pues como lo había demostrado Vasconcelos cuando estuvo en el Ministerio de Educación, era un hombre probo dedicado al trabajo, no a la gloria personal, y con todos los defectos que se le pudieran achacar, México, ese concepto aún arcano en pleno 2012, se jugaba en una sola partida su futuro: |
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![]() | ![]() | «Vaya con cuidado porque son locos de remate». Llego a las doce en punto. Se abrió paso con su andar ligero por entre las mesas de... | |
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