El concepto guerra fría en la historiografíA




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EL CONCEPTO GUERRA FRÍA EN LA HISTORIOGRAFÍA

Antes de introducirnos en las definiciones propuestas por la historiografía, creemos pertinente señalar que las principales diferencias detectadas en las diversas propuestas historiográficas de la Guerra Fría, radican esencialmente, en el área de la cronología y las causalidades. Con el fin de sistematizar las principales tendencias historiográficas, éstas han sido organizadas en dos grandes grupos. En el primero de ellos se incorporan todos los autores que consideran la Guerra Fría como el conflicto suscitado entre EEUU y la URSS tras la Segunda Guerra Mundial, mientras que en el segundo grupo se ubican los autores que consideran como punto de partida de la Guerra Fría el año 1917.En primer lugar, serán explicadas de modo general cada una de estas tendencias historiográficas, para luego introducirnos en las propuestas de los autores seleccionados, intentando destacar las particularidades, puntos en común y diferencias entre cada uno de ellos.

La clasificación que se propone en este trabajo no pretende soslayar las tradicionales clasificaciones referidas a las escuelas interpretativas de la Guerra Fría. Por el contrario, y como se evidencia en las siguientes páginas, esperamos recoger su propuesta y complementarla.

Como ejemplo de la clasificación tradicional de la Historiografía referida a la Guerra Fría, se incorpora a continuación la clasificación realizada por Ronald Powaski,[2] quien sintetiza las escuelas historiográficas de la Guerra Fría en tres grandes tendencias: Ortodoxa, Revisionista y Posrevisionista.

Ortodoxa: según esta interpretación el principal culpable de la Guerra fría fue la Unión Soviética y Estados Unidos no tuvo más opción que contener y, donde fuera posible, trastocar la expansión de un estado comunista agresivo que ambicionaba por encima de todo derribar el capitalismo, la democracia y otros aspectos de la cultura occidental.Revisionistas: sostienen que Estados Unidos fue el principal responsable de la Guerra Fría y que la Unión Soviética se vio obligada a reaccionar a la agresividad de un país que estaba decidido a fomentar la expansión del capitalismo asegurándose el acceso ilimitado a los mercados y recursos del mundo y resuelto a aplastar a los movimientos revolucionarios que amenazasen su interés.

Posrevisionista: ésta echa la culpa de la Guerra Fría a ambos bandos. La actuación de ambos bandos provocó reacciones hostiles en el otro bando y esto creó una especie de ciclo acción-reacción en el cual el nivel de animosidad se elevaba periódicamente hasta niveles peligrosos e incluso llegaba al borde de una guerra nuclear total que ninguno de los bandos deseó jamás.”

Como se puede apreciar, esta clasificación tienen como eje central las causas y los culpables del origen de la Guerra Fría, y se refiere a las escuelas historiográficas occidentales, las cuales progresivamente experimentaron una evolución hacia la objetividad interpretativa.

1. La Guerra Fría: conflicto suscitado entre Estados Unidos y la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial.

Aspectos principales de esta definición

Tradicionalmente se denomina Guerra Fría a la hostilidad comenzada tras la Segunda Guerra Mundial por las dos grandes potencias vencedoras de dicho conflicto, es decir, Estados Unidos y la Unión Soviética. Estas potencias vinieron a ocupar el vacío de poder generado a partir de la decadencia de las antiguas potencias europeas que para 1945 se encontraban desgastadas y al borde del colapso económico, incluso Inglaterra, que no había sido vencida estaba en decadencia, desangrada por los años de guerra.

Desde esta perspectiva, tras la Segunda Gran Guerra comenzó un nuevo conflicto de orden mundial, pero con características singulares, era un conflicto no declarado que permaneció latente por 45 años entre los dos principales vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Tras la derrota de Hitler y de la Alemania Nazi, Estados Unidos y la Unión Soviética habían perdido la razón de su unión, ya no existía el enemigo común y se encontraban frente a frente en la mitad del continente europeo, justo hasta donde sus ejércitos habían logrado llegar en el avance contra las tropas nazis. En efecto, fue Europa el primer escenario de la Guerra Fría, no obstante, una vez que ambas partes aceptaron la existencia de sus respectivas zonas de influencia, la rivalidad se desplazó hacia zonas periféricas, a países de Asia, África y América Latina. Fue en estas zonas donde las dos potencias midieron su poder, ya sea a través de métodos indirectos (influencia, magnetismo) o directos (intervención económica y/o militar).

Son los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y los acontecimientos inmediatamente posteriores los que marcarán el derrotero de las relaciones internacionales de los próximo 45 años, es decir, hasta el momento en que uno de los actores sucumbe y pierde la calidad de Gran potencia en el escenario internacional. Las diferencias se hicieron insostenibles una vez terminado el combate contra el enemigo común. Cada uno de los vencedores poseía una visión particular del mundo y las contradicciones se hacían evidentes e infranqueables en aspectos tales como la organización económica, política y social que cada uno propugnaba. En efecto, el diálogo mantenido entre estos dos mundos durante la Segunda Guerra Mundial, no logró mantenerse una vez que ya no existían razones para continuar perteneciendo al mismo bando. Así se fueron configurando dos mundos opuestos que derivaron luego en dos bloques militares y económicos en permanente tensión.

Como se puede apreciar, los elementos constitutivos de esta definición son muy generales y sólo especifican que el eje de partida de la Guerra Fría se encuentra tras la segunda Guerra Mundial. Entre los autores que adhieren a esta perspectiva historiográfica analizaremos las propuestas de Juan Pereira, Julio Gil, Rafael Aracil, Eric Hobsbawm, Henry Kissinger, Geoge Kennan, Analdy Dorynin, Jean Duroselle y algunos ejemplos destacados de la Historiografía Oficial de la Unión Soviética.

¿Qué dice la historiografía?

En primer lugar debemos señalar que dentro del grupo de historiadores que consideran la Guerra Fría como parte de las consecuencias provocadas por la Segunda Guerra Mundial, son claramente identificables dos vertientes historiográficas, por una parte tenemos la occidental y por otra la soviética. La primera de éstas se caracterizó por ir experimentando una evolución progresiva hacia la objetividad interpretativa, mientras que la historiografía soviética mantuvo durante mucho tiempo su rigidez y ortodoxia.

Según señala Juan Pereira, esta rigidez se mantuvo incólume hasta la década de los setenta y los primeros ochenta, donde la relajación de la tensión y la mejora de las relaciones entre Moscú y Washington, permitieron una matización en la interpretación de las relaciones entre las dos superpotencias en el contexto de la Guerra Fría. No obstante, “solo con Gorvachov y su libro Perestroika se inició un amplio proceso de crítica interna que contribuyó, sin duda, a la crisis del primer Estado Socialista del mundo, cuya desaparición se certificó en la Navidad de 1991”.[3]

Para aproximarnos al punto de vista soviético se han contemplado las definiciones y propuestas planteadas en las siguientes obras: “Compendio de Historia de la URSS” (1966), “Gran Enciclopedia Soviética” (1970), “Historia de la Política Exterior de la URSS” (1971), y “En Confianza: El embajador de Moscú ante los seis presidentes norteamericanos de la guerra fría” (1998). De estas obras, sólo la última podría ser considerada como un análisis crítico que intenta buscar respuestas de una manera más objetiva, ya que al contrario de las anteriores, no se encuentra sometida a las demandas impuestas por el Estado Soviético, quien se encargaba de establecer las directrices de la historiografía, teniendo ésta que ajustarse estrictamente a la interpretación oficial.

Para conocer la interpretación occidental contamos con una gama de autores mucho más amplia. La característica que unifica a este grupo seleccionado es que todos ellos poseen una perspectiva general y completa del período en estudio ya que todas sus obras fueron publicadas en el transcurso de la última década del siglo XX. En efecto, la obra más antigua que analizaremos fue publicada en 1989, cuando aún la Unión Soviética se encontraba en pie, aunque ya padeciendo muchos de los síntomas que la condujeron al colapso. Ahora bien, la evolución experimentada por la historiografía occidental la conoceremos esencialmente a partir de Juan Pereira Castañeda a través de sus obras “Historia y Presente de la Guerra Fría” (1989) y “Orígenes de la Guerra Fría” (1997), en ambas obras se presentan a grandes rasgos la evolución experimentada por la historiografía referida a la Guerra Fría desde 1947 hasta el momento en que se edita cada libro. Autores tales como Rafael Aracil y Eric Hobsbawm, nos aportarán un análisis general acerca de los aspectos más relevantes de la Guerra Fría. Mientras que a través de Hery Kissinger y George Kennan podremos conocer las percepciones de dos protagonistas destacados de la Guerra Fría, los cuales, a través de sus obras intentan aproximarse de manera analítica al estudio del período en que por diversas circunstancias se vieron directamente implicados.

Interpretación Soviética

Desde el punto de vista soviético la Guerra Fría era vista a través del prisma de la lucha de clases trasplantada al nivel internacional, según ésta el capitalismo mundial y los países que lo representaban habrían comenzado un ataque en todos los frentes contra el mundo socialista[4]. Los análisis soviéticos son oficiales e insisten en la unilateralidad de las causas de la Guerra Fría, culpando al que ellos llaman “capitalismo imperialista norteamericano”. Como ya se ha señalado, la crítica interna sólo se evidenció con la llegada de Gorvachov al poder en la década del ochenta.

1. Gran Enciclopedia Soviética:

En la definición que entrega la Gran Enciclopedia Soviética se hace evidente la unilateralidad explicativa acerca de las causas que originaron el conflicto denominado Guerra Fría.

“La Guerra Fría constituye un rumbo político agresivo que tomaron los círculos reaccionarios de las potencias imperialistas, bajo la dirección de Estados Unidos e Inglaterra, a raíz de la Segunda Guerra Mundial 1939-1945 (…) La Guerra Fría esta orientada a no permitir la coexistencia pacífica entre Estados de diferentes sistemas sociales, a agudizar la tensión internacional y a crear las condiciones para el desencadenamiento de una nueva guerra mundial (…) En la práctica la política de Guerra Fría se ha hecho patente en la creación de bloques político-militares agresivos, en la carrera de armamentos, en el establecimiento de bases militares en el territorio de otros Estados, en la histeria de la guerra, en la intimidación de los pueblos amantes de la paz (…), en la desorganización de las relaciones económicas pacíficas, en los intentos de sustituir por la violencia y la dictadura las normas generalmente reconocidas de las relaciones diplomáticas entre los Estados”[5]

Según esta definición el conflicto lo originó Estados Unidos y está dirigido contra los países que no comparten su mismo sistema social, es decir, contra los países socialistas, los cuales propugnan la coexistencia pacífica. No obstante, esta última se ve directamente afectada por el constante clima de tensión internacional que genera un permanente peligro de desencadenar una tercera guerra Mundial.

2. Compendio de Historia de la URSS

Los objetivos y directrices interpretativas del libro quedan claramente especificados en los títulos de los capítulos dedicados al estudio de la Guerra Fría, entre ellos destacamos los siguientes:

1. Occidente da comienzo a la “guerra fría”
2. Lucha de la Unión Soviética por la Distensión
Primeros éxitos de la URSS en la lucha contra la guerra fría
La URSS y el Desarme

Según lo que se desprende de los capítulos dedicados a la Guerra Fría, ésta comenzó en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial y como punto de partida podría señalarse el “innecesario” lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón. Según la percepción soviética, el lanzamiento de las bombas estaba destinado, más bien, a intimidar a la Unión Soviética, que a derrotar al último bastión de las potencias del Eje.[6]

Desde esta perspectiva, la Guerra Fría fue fraguada y emprendida por Estados Unidos contra la Unión Soviética. Así, Mientras que la URSS se había mantenido en un esfuerzo permanente por mantener la paz, Estados Unidos siguió provocando situaciones de conflicto y tensión. A través del libro se hace evidente el deseo de mostrar a la Unión Soviética como valuarte de los países pacíficos, insistiendo en que la URSS se encargó durante todos los años de posguerra de velar por el mantenimiento de la paz. Se presenta a la URSS como un actor fundamental en la superación de las tensiones internacionales, y especialmente preocupada de proponer en la ONU las soluciones más plausibles en favor de la paz, pero todos sus esfuerzos se vieron siempre coartados por los representantes de Estados Unidos y los países occidentales que seguían sus directrices.

Ahora bien, el eje cronológico de la obra está condicionado por su fecha de publicación, año 1966. Por tanto, además de carecer de amplitud analítica al ceñirse estrictamente a la interpretación oficial sostenida por la Unión Soviética, esta obra sólo nos entrega el análisis de 20 años de la Historia de la Guerra Fría. No obstante, a partir de esta obra podemos conocer la perspectiva soviética acerca de algunos de los hitos más relevantes de la Guerra Fría. Por ejemplo, se puede conocer la versión soviética de las razones del quiebre definitivo de la alianza forjada durante la guerra, así como las causas que provocaron la Crisis de Berlín, la Guerra de Corea, la Crisis de los misiles y los inicios de la Guerra de Vietnam.

En cada uno de los casos mencionados las explicaciones son unilaterales y siempre los conflictos encuentran su causa primaria en agresiones provenientes del mundo occidental, especialmente desde Estados Unidos. Incluso la construcción del muro de Berlín y la Crisis de los misiles cubanos se explica sólo a partir de la agresividad directa o encubierta de los Estados Unidos contra el bloque de países socialistas.

3. Anatoly Dorbryn, el embajador de Moscú ante los 6 Presidentes norteamericanos durante la Guerra Fría.

Dorbryn llegó a Washington en 1962 y con sólo 42 años era el Embajador más joven de Moscú, permaneció como tal durante los mandatos de Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan, llegando a ser el principal canal de comunicación entre la Casa Blanca y el Kremlin. En su libro “En Confianza”, aporta detalles de las circunstancias que rodean las grandes pugnas entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el periodo de la Guerra Fría. Dorbryn participó en la preparación de todos los encuentros de alto nivel entre los líderes de las dos naciones, desde el primero que tuvo lugar en 1955, hasta el último entre Gorvachov y Bus en 1990.

En esta obra se evidencia un interés analítico más amplio. Respecto de las causas de los acontecimientos estudiados, no apuesta por la unilateralidad, sino que se interesa por sopesar la mayor cantidad de elementos involucrados, con el fin de presentar una estructura explicativa más coherente y desapegada de los tradicionales parámetros impuestos por las interpretaciones oficiales que establecía la Unión Soviética. No obstante, cada hombre es hijo de su circunstancia, por tanto, es lógico que también intente exponer la explicación y en muchos casos justificación de los procederes del mundo al cual perteneció, la Unión Soviética, y también de sus propios actos en calidad de primer representante de ese mundo frente a su principal enemigo, Estados Unidos.

Bastante impactante nos parece su apreciación acerca de la Guerra Fría, al referirse a ésta como una “perversión temporal, fundamentada en la ideología y no en los intereses nacionales”.[7] Esto último lo afirma en su interés por destacar las posibilidades de entendimiento que tienen Rusia y Estados Unidos tras el fin de la Guerra Fría, ya que al no existir choque de intereses entre ambas, y al haberse apartado de la ideología comunista, el futuro presenta grandes posibilidades de un acercamiento y cooperación efectiva entre ambos países. En efecto, a lo largo del libro Anatoly Dorbryn, expresa una manifiesta crítica hacia la sobrecarga ideológica con la que fueron impregnadas las relaciones soviético-norteamericanas. Las actitudes dogmáticas e intransigentes contribuyeron a perpetuar el estado de tensión que caracterizó a toda la segunda mitad del siglo XX.

Los aportes de esta obra pueden ser comparados a los aportes extraído de los libros de Henry Kissinger y George Kennan, estos dos último en calidad de representantes del bloque occidental, liderado por Estados Unidos. Los puntos en común radican esencialmente en el hecho que estos tres autores al escribir sobre la Guerra Fría no sólo lo hacen respondiendo a su interés por un período relevante del siglo XX, sino que a su vez están intentando poner en perspectiva histórica su propio actuar dentro de ese período, ya que todos ellos se vieron involucrados en los acontecimientos que narran y explican. A pesar de que se pueda argüir que muchos de sus postulados carecen de la objetividad necesaria, es muy interesante para nosotros poder conocer el análisis realizado por los actores de los acontecimientos que se estudian.

Interpretación Occidental

Al contrario de la interpretación Soviética, la interpretación occidental experimentó una notable evolución a lo largo de los años en que se extiende la Guerra Fría. En los primeros años, los estudios dedicados a la Guerra Fría guardaban un gran apego a la ortodoxia, entregando explicaciones unilaterales, donde las causas principales radicaban, esencialmente, en la agresividad soviética y su afán expansionista sobre el resto del mundo. Desde esta perspectiva, Estados Unidos se consideraba legítimo defensor del mundo libre, al cual debía proteger, evitando de ese modo el avance de las fuerzas comunistas que amenazaban con extenderse por todo el orbe.

Un ejemplo de esta interpretación lo refleja la definición establecida en el Manual de Temas Militares de la República Federal Alemana en 1963: “La Guerra Fría es la forma procedente del agresivo comunismo mundial, de la confrontación político-espiritual y psicológico-propagandística con el mundo no-comunista. En la Guerra Fría, el comunismo mundial quiere, en primer lugar, dominar la conciencia de las masas. Por tanto, el mismo trata de que su influencia penetre en todos los ámbitos vitales de la sociedad en los Estados no-comunistas. La meta suprema de la guerra fría radica en el completo dominio, descubierto u oculto, del mundo no comunista. A tal efecto se utilizan preferentemente medios no-militares. No obstante, de vez en cuando también puede recurrirse a medios militares. Los éxitos comunistas en la Guerra Fría pueden conducir a situaciones revolucionarias”.[8]

Como se puede apreciar, según esta perspectiva, la Guerra Fría es un instrumento del comunismo mundial, que espera poder lograr la subversión de las masas en los países occidentales. Para obtener sus objetivos, el mundo comunista utilizaba preferentemente medios no militares, por ejemplo la propaganda. No obstante, la utilización de medios militares no se encuentra descartada. De este modo, el actuar de Estados Unidos se explica como parte de la legítima defensa ante el inminente peligro que significa para el mundo occidental los afanes agresivos y expansionistas del mundo comunista.

En Occidente la interpretación ortodoxa se fue matizando y orientando hacia estudios más objetivos que intentaban poner en perspectiva los diversos factores involucrados en las causas que originaron la denominada Guerra Fría.

Como ejemplo de esta evolución se puede mencionar el análisis propuesto por Jean Duroselle, en su libro “Europa de 1815 a Nuestros días” (1967). Si bien, en este libro el estudio de la Guerra Fría sólo ocupa uno de sus diez capítulos, en él se evidencia el claro interés por aproximarse a un estudio crítico y no ortodoxo del conflicto sostenido por las dos superpotencias. Para este autor, el conflicto entre dos ideologías político-sociales se transformó en el fenómeno más sobresaliente de la posguerra. Durante la guerra, las necesidades de permanecer unidos habían disfrazado las profundas heterogeneidades entre los principales componentes de la coalición, pero una vez que la conflagración terminó las divergencias se hicieron insalvables. Más aún, debido a que la guerra había contribuido a consolidar en la calidad de superpotencias militares tanto a Estados Unidos como a la Unión Soviética. Desde esta perspectiva, las condiciones para que se produjera la Tercera Guerra Mundial ya estaban generadas. Pero la conflagración no se llevó a cabo, debido esencialmente, a los que Duroselle denomina “equilibrio del terror”,[9] el cual se explica a partir del hecho que la tecnología militar utilizada por ambos bandos había sobrepasado por primera vez los límites de la destrucción total. Ante tales condiciones, dar comienzo a un conflicto directo, habría significado sentenciar a muerte a la propia población, cuestión a la que ninguno de los dos bandos en pugna llegó arriesgarse. Así había sido hasta 1967, año en que se edita por primera vez la obra citada de Duroselle, y así continuó siendo hasta el final de la Guerra Fría.
Otro de los autores que destacamos en la evolución de la historiografía occidental es Andre Fontaine, en su Obra “La Historia de la Guerra Fría” (1970). Si bien, la propuesta de este autor será analizada más detenidamente dentro del conjunto de autores que consideran el año 1917 como punto de partida de la Guerra Fría, acá se presenta brevemente su definición del concepto. Para Fontaine la Guerra Fría era un enfrentamiento entre soviéticos y norteamericanos, motivados por sus ambiciones e intereses contrapuestos, por el choque de dos ideologías de pretensión universal, encarnadas cada una de ellas en un estado con poder suficiente para hacer de él un candidato a la hegemonía. Solo el “equilibrio del terror” había permitido una especie de armisticio.[10] Como se puede apreciar, Fontaine elabora una definición equilibrada que contempla las responsabilidades de ambos actores, subraya también el factor crucial que hasta ese momento (1970), había impedido el enfrentamiento: el denominado “equilibrio del terror”.

A continuación se exponen las perspectivas de análisis presentadas por la historiografía occidental actual. Todos los autores que se analizan a continuación cuentan a su haber el poder contemplar su objeto de estudio, la Guerra Fría, como un proceso acabado, ya que todos escriben durante la última década del siglo XX e incluso en los primeros años del presente siglo.

En primer lugar nos referiremos a los estudios académicos que tienen un interés de síntesis analística, entre ellos figuran Juan Pereira, Julio Gil, Rafael Aracil, y Eric Hobsbawm. De todos ellos, sólo Hobsbawm no entrega una síntesis historiográfica acerca de la Guerra Fría, no obstante como el mismo lo señala en las páginas iniciales de su libro, “El siglo XX”, su interés no es realizar un estudio exhaustivo de documentación primaria, sino que es buscar respuestas que sirvan para explicar el “tan extraño desarrollo del siglo XX”. Además, él no se ha especializado en el estudio del siglo XX, su área es la historia del siglo XIX europeo. Por ello su propuesta viene a ser la reflexión de un hombre que vivió y padeció el siglo XX, del cual la Guerra Fría abarca aproximadamente 45 años.

Finalmente serán analizadas las propuestas interpretativas de Henry Kissinger y George Kennan, quienes además de dedicarse a la tarea de investigar e historiar el siglo XX, son partícipes directos de muchos de los hechos que relatan. Ambos tuvieron participación directa en los procesos constitutivos de la Guerra Fría.

¿Qué dice la historiografía occidental actual?
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